El Picasso más clasicista.
Durante los años 1917 a 1927 Picasso vuelve a sorprender a todos: crítica y público. En vez de acomodarse en el movimiento del que era fundador, es decir el cubismo, decide volver a la figuración realista. Así vuelve a pintar desnudos clásicos, retratos, que poco o nada tenían que ver con los de la etapa cubista pero mucho con toda su formación academicista.
Uno de los retratos con mayor interés será Retrato de Olga en un sillón de 1917 (Musée National Picasso-París). Donde una joven bailarina, Olga Jojlova figura de la compañía de danza Ballets Rusos, lo dejaría todo para casarse con Picasso. Olga adoptó su nuevo nombre de casada como Olga Ruiz Picasso.
Tras mucho insistir el pintor, ella interrumpió su carrera como bailarina y el abandonó la corriente del cubismo para retomar su lenguaje más tradicional en su pintura.
Arlequín con espejo de 1923, fue concebido como un autorretrato, aunque también incluirá en él a diferentes personajes de la Commedia dell’arte, ya que el periodo rosa en el Bateau-Lavoir. Su atuendo es el propio de un acróbata de circo y Pierrot en su rostro, ya que convertido en una máscara camuflará la identidad del artista. Actualmente se encuentra expuesto en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid.
Este nuevo lenguaje Picasso lo retomará tras su viaje a Italia, junto con la compañía de danza Ballets Rusos, ya que fue el encargado de realizar tanto el telón como parte del vestuario para varias representaciones de la compañía.
La idea de regresar a una figuración clásica fue el resultado de toda su trayectoria artística previa en pleno cambio y evolución a lo largo de su vida.
Muchas gracias por leernos, esperamos que esta publicación haya sido de interés.
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